Amigos por siempre

Homenaje a lo que no se ve y no se dice, pero es todo

Viniendo de la miseria, Driss (Omar Sy) se le presenta a Philippe (François Cluzet), acaudalado viudo ausente de la vida. Sucede una convulsión invisible. La conducta inesperada de Driss rompe lo predecible. La sobriedad, el idioma de las castas y los abismos sociales, se transforma en curiosidad.

El senegalés del francés masticado y la bemba infinita, con su total falta de pudor seduce y desarma las defensas del señor de la casa, rico en cosas: mansión, Maserati, huevos de Fabergé, óleos; Philippe tiene todo lo que le falta a Driss; salvo un bien que el don nadie posee en abundancia: amor por la vida.

Años atrás un accidente dejó a Phillipe  postrado en una silla de ruedas, con el corazón roto e impulsos suicidas. Driss es contratado como su enfermero, mudándose  a la mansión… entonces sucede el milagro de la resurrección.   

La osadía de Driss y su felicidad natural, son aires de verano calentando el invierno de aquella casa y sus habitantes. Su espíritu lo penetra todo, el negro de su piel contrasta con la luz que destella su existencia.  Ahora Philippe mueve la boca para sonreír y el brillo de su mirada asoma emociones olvidadas.

La silla de ruedas, junto con la parálisis corporal, se vuelven insignificantes ante el volcán de vida que le brota; el parapléjico vuela, literalmente. No hubo compasión por su minusvalía, tampoco Driss reparó en sus penurias, esa fue la clave para que la relación entre ambos hombres mutara en amistad inmortal.

Dirigida por Eric Toledano y Olivier Nakache, la magia de esta cinta se produce en los ojos universales de François Cluzet, quien no necesitó más para contar su historia; y en Omar Sy, esa máquina de producir risas que tiene forma humana.  

Una obra de arte que se recuerda por siempre.

---

Si aprecias el material que consumes en este blog, comparte uno o varios chocolates con el escritor y así contribuyes con la energía necesaria para seguir creando.

---