Escribir es un acto solitario. La naturaleza del escritor es la soledad. Pueden pasar días, semanas y meses donde apenas recibe una visita: su fantasma. Algunos se retiran a la montaña o a una cabaña en la playa y allí detienen el tiempo. Es un acto mágico, las horas no existen. Emerge el reloj de la historia. Se escribe y escribe. Corrige y corrige. Escribe y escribe… y quizás termine. ¿Se logró?
Escribir es un acto solitario. La naturaleza del escritor es la soledad. Pueden pasar días, semanas y meses donde apenas recibe una visita: su fantasma.
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Llegan otros caminos: El ojo del amigo, un comentario de la pareja. El crítico aquí y allá, quita esto; pon ese parágrafo en esta página; ese personaje no cuadra con su voz; la escena luce artificial. Y otra vez. Corrige y corrige, escribe y escribe… y el crítico.
¿El tiempo? sigue su curso. Las facturas sacan dientes, los niños crecen, la pareja se queja y los amigos se desvanecen. Llega invierno y ahora es primavera, se montó el verano, cayó el otoño y otra vez es diciembre. ¿Y el manuscrito? ¿Le habrá gustado a la editorial?

¡Suerte!!!, nació el libro. Y entonces otro calvario: ferias, fiestas aburridas y las lenguas viperinas, que todo lo saben. Críticas excelentes y otras malintencionadas; sonrisas incómodas y abrazos honestos. Ego inflado, ego pisado. Saltando -como monitos enloquecidos- llegan envidias sorpresivas e insólitos resquemores. El pariente ofendido. Jura que el Jaime de la novela es su hijo. Las ventas. ¿Se vendió? ¿Lo pusieron en la vitrina? ¿Cuándo pagará la editorial? ¿Escribiré otro libro? ¿Me habré secado?
La vida del escritor no es fácil. Recorre desiertos y escala cumbres. Se precipita al mar y siempre cae sin salvavidas. Si esquiva al monstruo que vomita abismos, quizás un barco le salve de su naufragio. Es un sendero reservado a locos. Creer en sí mismo es obligatorio. La piel sensible solo debe exponerse ante la pluma. Hay que convertir la duda en aliada.

Facebook, Twitter, Instagram y demás redes sociales pueden ser útiles. Facilitan al escritor la convivencia con sus miedos y contribuyen al intercambio de ideas y emociones. En contacto con sus lectores, aprende de primera mano el impacto de su obra. Son oportunidades para conocer detalles de su creación.
Las redes sociales e Internet abren puertas al escritor para conocer editores y repotenciar su chance de futuras publicaciones. Y los mercados. Internet permite hacer ventas directas, ofrecer el libro en diversos formatos y captar lectoría internacional. Liberarse de la burocracia y mala paga de algunas editoriales puede ser una bendición.

Si el autor es talentoso, publicarse a sí mismo y llevar a cabo la producción y venta de su libro no es una quimera. Hay escritores que han obtenido éxitos superlativos de esta forma. Dejaron atrás las telarañas de las esperas infinitas, adentrándose en la auto publicación por Internet. El self publishing no es nuevo. Edgar Allan Poe, Jorge Luis Borges, Andrés Caicedo, Stephen King, Mark Twain, T.S. Eliot, John Grisham, DH Lawrence, Gertrude Stein, Virginia Woolf, Marcel Proust, Tom Clancy y James Joyce son algunos de los autores que lo hicieron. Y si esto fue en épocas arcaicas, con Internet se multiplica el potencial, generando amplios horizontes. Más escritores ven luz y saborean las mieles del éxito.
El self publishing no es nuevo. Edgar Allan Poe, Jorge Luis Borges, Andrés Caicedo, Stephen King, Mark Twain, T.S. Eliot, John Grisham, DH Lawrence, Gertrude Stein, Virginia Woolf, Marcel Proust, Tom Clancy y James Joyce son algunos de los autores que lo hicieron.
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En los tiempos que vivimos -gracias a Internet- son innumerables las anécdotas de escritores cuyos caminos condujeron a finales felices. Las lectorías virtuales son oportunidades ilimitadas: traducciones; invitaciones; ofertas de trabajo (guiones, adaptaciones cinematográficas; teatro…); enriqueciendo la experiencia de escribir y obtener satisfacción del oficio.
El escritor también puede desarrollar un blog y a diario compartir con sus lectores, que como musas le inspirarán para intentar territorios inéditos y expandir los conocidos. Quizás reciba un tuit con la felicitación que ansiaba y responda con una nota agraciada. Y el lector cautivado usará su Facebook y contactará a un amigo en Pekín, enviándole la foto del libro que leyó, de ese afortunado escritor al que conoció en Twitter.

Sí. Las redes sociales son poderosas. La soledad del escritor no tiene que ser tan fría.

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Gracias….colega!!! Jorge Zajia jzajia@icloud.com
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Retratas nuestro mundo, lo inmortalizas con tus prodigiosas letras!! Éxitos!
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Muchas gracias Martha!!!
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Yo soy escritora y tal cual lo que describes aquí, el escritor es como un artista que pinta cuadros, puede estar meses aislado inspirado por su musa y no se da cuenta qué el tiempo transcurre allá afuera. Me encanta sus escritos, siempre lo sigo.
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Muchas gracias Lily! Me alegro que te gusten mis escritos!
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Estimado Juan Carlos, gracias por estas reflexiones. Tengo una obra escrita que pasa de los 10 títulos pero que, por respeto al oficio y los oficiantes, no me creo escritor. Creo que la etiqueta de escribidor, sería lo más cercano a la realidad. Además con la frustración de escribir para que muy pocos o nadie lea tus textos; generalmente por la casi imposibilidad de que una editorial te respalde. Lo de siempre. Sin embargo escucharé tu consejo; me asesoraré a ver si publico por la Internet. Luego te cuento. Un abrazo y plomo contra la mediocridad política que nos rodea.
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Qué historia tan bonita, aunque parezca un relato de historia, es más bien lo real del escritor y cierto su vida no es fácil. Me gustó mucho conocer dramas y logros de un escritor. Excelente!!
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Felicitaciones, además de ser inteligentemente cáustico (pero veraz y honesto) en cuanto a la politiquería que nos abruma, el blog nos retrata a ese escritor irreverente que hace uso de las musas (si es que estas existen) dándonos otras versiones de su personalidad. Me gustaría verlo en la silla (después de desinfectarla y cambiarle la tapicería) de Miraflores, sería ganancia para nuestro país y su actual juventud.
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Gracias Solange!
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