Opinión política

Claridad moral

El comunismo - y el mosquito que lo inocula: la demagogia populista- es el veneno de la libertad, la mata, devorándola lentamente con acciones que adormilan el alma, hasta que cuando uno intenta despertarla se da cuenta de que ya no existe.

Natan Sharanski fue un disidente de la extinta Unión Soviética que padeció nueve años de cárcel como prisionero político por haber cometido el “terrible crimen” de oponerse a las violaciones reiteradas a los derechos humanos cometidas por el régimen comunista de entonces. 

En su excelente libro “The Case for Democracy”, este personaje, que ha llegado a ser Primer Ministro encargado de Israel, sostiene lo siguiente:

Un mundo sin claridad moral, es un mundo en el cual los dictadores hablan de derechos humanos inclusive mientras están matando a miles, decenas de miles, cientos de miles, millones, e inclusive decenas de millones de personas … Un mundo sin claridad moral es un mundo en el cual en nombre de la paz, pacifistas de Occidente marcharon al lado de emisarios de la KGB quienes, posando como activistas pacíficos, buscaban sabotear el esfuerzo del mundo libre defendiéndose en contra de las agresiones soviéticas. 
Es un mundo en el cual un dictador fuerte puede ser percibido como un socio confiable para la paz. Es un mundo en el cual aquellos que sueñan por la paz están dispuestos a colocar a un lobo y a un cordero en la misma jaula y esperan por lo mejor, una vez y otra vez y otra vez… 
Debemos entender la diferencia entre sociedades de miedo y sociedades libres, entre dictadores y demócratas. Debemos entender el vínculo entre democracia y paz y entre derechos humanos y seguridad. Ante todo, debemos recuperar la claridad moral para así poder sostenernos sobre el poder de individuos libres, naciones libres y un mundo libre para poder enfrentar los inmensos retos que tenemos por delante …
A lo largo de los años he logrado entender la crítica diferencia que existe entre un mundo de miedo y el mundo de la libertad. En el primero, el principal reto reside en encontrar la fortaleza interna para confrontar al mal. En el segundo, el principal reto consiste en conseguir la claridad moral para poder ver el mal.


Estas palabras de Sharanski son oportunas. La ceguera de hoy condena a la oscuridad, ¿dónde está la luz? 
La claridad moral es la certeza que uno siente cuando sabe diferenciar lo correcto de lo pragmático, cuando ante el desparpajo que significa el asomo del comunismo en una sociedad se genera en las entrañas un sentimiento de repugnancia ante todo lo que facilite su instauración, asco que uno termina sintiendo por los que permanecen ciegos por conveniencia, complicidad, comodidad o llana estupidez. 

El comunismo – y el mosquito que lo inocula: la demagogia populista- es el veneno de la libertad, la mata, devorándola lentamente con acciones que adormilan el alma, hasta que cuando uno intenta despertarla se da cuenta de que ya no existe. 

La primera tragedia comienza a vivirse al presenciar que las máscaras son aceptadas como si fueran el rostro verdadero. Tantas personas que dan la espalda a la evidencia y deciden llevar su vida con argumentos que creen ecuánimes porque suenan bonito, racionales. 

Es más fácil ser comprensivo, racionalizar el asunto borrándole sus muecas. Así se hizo durante décadas con la Unión Soviética y con muchos otros regimenes opresivos. Se defendían las medias tintas, los tonos grises, nada es blanco o negro decían. 

Era más fácil convivir con el mal y tratar de apaciguarlo que exterminarlo de raíz, y muchos se decidieron por eso hasta que los devorados fueron ellos. 

La moral es luz. Su ausencia condena a vivir en tinieblas.


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4 comentarios

  1. Estupenda reflexión, sobre la visión del comunismo y el mal.
    Pienso que la Moral es la Luz, y no es clara ni oscura, es luz.
    Para ver los horrores del comunismo y la maldad de los tiranos, no se necesitan los ojos, sino luz en el alma.
    Lo que veo es que en la humanidad, la oscuridad va ganando espacios importantes.

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