Viktor Frankl es quizás unas de las voces más autorizadas para ilustrar las infinitas capacidades del ser humano para transformar su realidad y darle una forma a ésta que proyecte mejor sus anhelos y esperanzas.
El horror de los campos de concentración fue una escuela para aprender los elementos que nos hacen humanos, y aquellos que nos deshumanizan. Siglos antes, Immanuel Kant parecía cerrar la brecha de los cuestionamientos metafísicos, cuando concluyó que la realidad no es otra cosa que aquello que la mente individual y subjetiva proyecta. No existen dos realidades iguales para dos personas diferentes. Cada quien crea la realidad como si ésta fuera un platillo cocinado con los ingredientes de la experiencia, y de la huella antropológica y genética con la que nacemos.
Las experiencias vitales, el afecto, los traumas, el dolor, las alegrías, el contacto con los otros, la educación, la cultura, las carencias y abundancias; ingredientes éstos que conforman la realidad individual y constituyen el móvil existencial de cada quien.
Frankl logra exponer el cómo aún en las peores circunstancias que un humano puede padecer, existe la capacidad de utilizar el miedo y la angustia como ingredientes para cocinar una existencia valiosa y encontrar una rosa en el desierto. La búsqueda y el encuentro de un sentido que nos proporcione esperanza y motivación existencial es quizás el mayor y más hermoso reto que tenemos los humanos.
La capacidad de resistir los golpes de la vida y la transformación de los mismos en valiosas enseñanzas y luz de entendimiento reposa, en gran medida, en el sentido que le demos a nuestra existencia. En consecuencia, este sentido debería constituir la meta de cada quien, ya que tenerlo o no tenerlo determinará en forma considerable el éxito o fracaso espiritual de la persona.
Estas reflexiones, y los caminos recorridos a partir de mi propia experiencia, me han llevado a considerar la obra El hombre en busca de setido, de Viktor Frankl, como el libro más importante que se ha escrito en la historia de la humanidad. Sé que suena exagerado ponerlo en estos términos. Pero estoy convencido que nadie como Frankl ha logrado sistematizar y explicar de forma tan clara y metódica- al punto de convertirlo en toda una escuela psiquiátrica- el significado intrínseco de lo que somos como especie y las posibilidades infinitas que tenemos para esculpir nuestro carácter y darle sentido a los que nos pasa y sentimos.
Frankl le debe mucho a sus antecesores: los filósofos (en especial Séneca, Plotino, San Agustín, Kant y Nietzsche), Max Scheller, Alfred Adler, Sigmund Freud, y muchos escritores (en especial los rusos). Pero sin duda alguna, su pensamiento marca un antes y un después en la forma cómo debe confrontarse al YO, y las implicaciones trascendentales que tiene el buscarle un sentido a la vida.
Ese libro deberia ser lectura obligatoria en Bachillerato. Tendriamos muchos menos adultos deprimidos y frustrados.
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Gracias por tan interesante artículo. Saludos desde Maracaibo. Lorenzo García Tamayo
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Muchas gracias Lorenzo. Un abrazo.
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Excelente articulo. Saludos
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Excelente artículo. Saludos
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