Sardio, El Techo de la Ballena y Tráfico son movimientos literarios – artísticos de profunda crítica política, socio histórica y cultural, que surgen en épocas diferentes en la convulsionada historia de Venezuela.
Sardio es producto de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, de las luchas clandestinas que se dieron durante dicho período y las cicatrices que se produjeron al vivir bajo esa bota militar, incapaces de expresar libremente sus ideas y florecer como creadores. Cuando surge el grupo públicamente, en 1958, la dictadura ha sido derrotada y nuevos aires se sienten, en el país y en Latinoamérica, gracias al triunfo de la democracia (próximasElecciones libres) en Venezuela y el de la Revolución en Cuba.
Su manifiesto es publicado en el primer número de la revista del grupo, la cual tuvo un total de ocho ediciones. Sardio estaba conformado por los escritores y artistas: Adriano González León, Elisa Lerner, Guillermo Sucre, Rodolfo Izaguirre, Salvador Garmendia, Efraín Hurtado, Luis García Morales, Gonzalo Castellano, Rómulo Aranguibel, Francisco Pérez Perdomo, Edmundo Aray, Antonio Pascuali, Héctor Malavé Mata, entre otros.
Su manifiesto es conciliador. En el mismo se siente una actitud de esperanza en el porvenir, y en las posibilidades de construir los sueños a partir de las oportunidades que brindaría la democracia. Nadie que no sea militante permanente de la libertad puede sentir la portentosa aventura creadora del espíritu…. Y quienes asuman posición en el mundo de la cultura han de ser sensibles también a las urgentes esperanzas de su época…si ayer fuimos militantes y activistas en la excepcional aventura de la Resistencia nacional, hoy sólo aspiramos, sin abandonar personales compromisos civiles, a asumir actitud crítica y orientadora en medio de la vertiginosa dinámica de recuperación que es actualmente la patria.

Vemos cómo la actitud crítica del intelectual se mantiene en este manifiesto: Somos un grupo de escritores y artistas para quienes la creación es combate con el destino o con la historia y no esa farsa creciente que es la cultura en nuestro país. Pero con la concesión espiritual que implica una esperanza, la promesa que trae consigo la libertad: No hemos sido intolerantes ni extremistas por sistema. Si alguna vez hemos querido esclarecer posiciones, no lo hemos hecho por puro deleite o goce en la destrucción o por abordar miserables sitiales de dominio. Por el contrario, hemos desterrado tales escorias morales.
Una forma de entender el espíritu conciliador y pacífico que movía a los miembros de este grupo es a través de las obras literarias que ellos mismos plantean como ejemplos y herencia cultural: Residencia en la tierra y Canto general de Pablo Neruda; y textos de Mariano Picón-Salas, Juan Liscano, Miguel Ángel Asturias, Gonzalo Rojas, Rómulo Gallegos, Alejo Carpentier, Vicente Gerbasi, entre otros. Otro ejemplo lo tenemos el Monólogo La Bella de inteligencia (1960), donde Elisa Lerner nos presenta un texto creativo, donde parodia a las voces literarias del conformismo dictatorial, con un tono que se burla del pasado, de la Venezuela sometida a los dictadores, pero no compromete al presente, menos al futuro.
Por su parte, El Techo de la Ballena, debido al radicalismo que asume como bandera, produce una fractura en los integrantes de Sardio. Integrado por algunos de sus miembros: Adriano González León, Caupolicán Ovalles, Juan Calzadilla, Edmundo Aray, Carlos Contramaestre, Francisco Pérez Perdomo, Efraín Hurtado, Dámaso Ogaz, Daniel González, entre otros; cuando surge este grupo el gobierno de Rómulo Betancourt ya tiene varios años en el poder y ha generado suficiente descontento en un porcentaje importante de intelectuales venezolanos. Además, la Revolución cubana está en pleno apogeo y son muchos los escritores y artistas que se ven atraídos por sus proclamas de un mundo nuevo y un hombre nuevo, a partir del choque con la civilización y la creación de la patria comunista, donde la igualdad entre los hombres dejase de ser una quimera.
Así, surgen los grupos guerrilleros y comienzan los ataques frontales contra el gobierno en ejercicio. El Techo de la Ballena, refleja este momento histórico en su manifiesto. A Diferencia de Sardio, los integrantes del Techo se sienten subversivos y no ven esperanza en la realidad presente de las cosas. Ya no sentimos el tono conciliador y esperanzador del manifiesto de Sardio. Todo lo contrario. Aquí se palpa plenamente el desencanto, la desilusión de una esperanza truncada por el fracaso de la democracia.

Los miembros del Techo del a ballena buscan cambiar la vida y transformar la sociedad. Ellos mismos proponen: métodos terroristas y estrategias de sabotaje: Poesía y pintura de acción. Declararse en huelga, santificar los niples, tirar las cosas a la calle. Un dispositivo polémico contra la “pacífica y respetuosa fábrica de nuestras artes y nuestra literatura y el esteticismo anquilosador.
Generan obras literarias combativas, a partir de la poesía o del texto breve. Además, unifican la literatura con las artes, buscando siempre agredir y fracturar el estado de las cosas y la vida cultural. Las persecuciones de Betancourt a los guerrilleros generan gran irritabilidad en estos intelectuales. Y así lo expresan en sus escritos. El poemario de Caupolicán Ovalles: ¿Duerme usted señor presidente?, publicado en mayo de 1962, con prólogo de Adriano González León (Investigación de las basuras), recoge plenamente el espíritu plasmado en el manifiesto y constituye una declaración de guerra contra el estado de las cosas y los abusos que se le cuestionan al gobierno de Betancourt: es un perro que manda, es un perro que obedece a sus amos, es un perro que menea la cola, es un perro que besa las botas y ruñe los huesos que le tira cualquiera de caché.
Luego, en noviembre de ese año, vino la exposición de necrofilia en Sabana Grande, de Carlos Contramaestre, en donde alegóricamente, a partir de vísceras y carne putrefacta, los miembros del Techo de la Ballena buscaban ilustrar lo que sentían que se había convertido la sociedad venezolana, en su complicidad con los abusos del gobierno y su persecución a la extrema izquierda.
La obra literaria y las producciones artísticas de los miembros de este grupo adoptan temas contemporáneos y actuales, a partir del uso de un lenguaje franco, directo, polémico, exteriorista, prosaico, tremendista y hasta callejero. Manejo del impudor y de la grosería como instrumentos corrosivos. Introducción de fórmulas realistas, irónicas o antipoéticas. Construcción de un espacio de insólita virtualidad poética apoyado en la precisión seca y rítmica de sus imágenes.
Por su parte, al igual que Sardio y el Techo de la Ballena, el grupo Tráfico (1981), integrado por Yolanda Patín, Armando Rojas Guardia, Igor Barreto, Rafael Castillo Zapata, Miguel y Alberto Márquez, también publicará un manifiesto crítico de sus circunstancias.
Si en Sardio percibimos a unos intelectuales esperanzados con la promesa de la Libertad que traen los cambios políticos en Venezuela y en el Techo de la Ballena los percibimos molestos, decepcionados, subversivos y hasta violentos, ahora en Tráfico encontramos a unos intelectuales que ha venido disfrutando de las bondades de una clase media pudiente, burguesa, producto de una Venezuela que viene de vivir una década de esplendor económico y de ascenso social.
En consecuencia, no hay en su manifiesto la intención de cambiar a la sociedad, de transformarla en algo diferente. La preocupación de los miembros de este grupo se limita a las manifestaciones poéticas y su búsqueda es la transformación de la poesía en algo que abandone su tecnicismo formal y se impregne de calle, de vida cotidiana, de pueblo: Venimos de la noche y hacia la calle vamos.

Se trata de un manifiesto contra el orden establecido en el mundo de la poesía, no contra el universo político o social del país (aunque se siente la crítica social en sus letras y la ambición de influir en la realidad social a partir de la poesía: “subir al cerro”). Y en esto hay una marcada diferencia con los manifiestos de Sardio y del Techo, donde la actitud sí es frente al orden sociopolítico, aunque con actitudes y emociones diferentes.
La obra de Armando Rojas Guardia es ilustrativa del espíritu que caracterizaba a los miembros de Tráfico. En su poemario Yo supe de la vieja herida (1985), este autor realiza una crítica a la poesía tradicional, utilizando recursos y temáticas innovadoras. Por ejemplo, en el poema Madrugada, tenemos estos versos:
(…)
Sería necesario
Desdecir (se).
Hoy es la única función de la poesía.
Si contrariamente a lo previsto
fuera la tribu la que diera su sentido más puro
a mis palabras.
Además, tal y como afirma Ana María del Re, Rojas Guardia desarrolla el tema de la homosexualidad de manera explícita, como no se había hecho antes en la poesía venezolana.
Así vemos la ruptura con el pasado, y la búsqueda de un escenario poético más humanista, más conectado con la descarnada realidad de lo humano y lo social, menos preocupado por los formalismos técnicos de la poesía tradicional.
En conclusión, tenemos que los tres manifiestos (de Sardio, Techo de la ballena y Tráfico) tienen en común el presentar una filosofía respecto a lo que manifiestan, una estética particular y una proclama sobre la realidad histórica que se vive. Expresan un discurso ideológico, que se traduce en una posición definida y una voluntad de cambiar el estado de las cosas de aquello por lo cual se pronuncian: la sociedad, la política, la historia, las instituciones, la poesía.
Y en los tres manifiestos hay un plan, un sentido programático que les conducirá a lograr un fin específico: el cambio de las realidades que se cuestionan y la invitación pública a unirse a sus a causas.
En los tres manifiestos hay un vínculo entre los manifestantes y sus lectores, buscando influir en sus consciencias, invitándoles a ser parte del cambio que proponen, de su particular cosmovisión, y de las luchas que plantean.
Los tres manifiestos son hijos del contexto literario, artístico e histórico que vive Venezuela, así como de su realidad socio política y económica. Y en los tres, como dijimos, existe una voluntad clara de protagonizar los cambios en las realidades que se critican.

La gran diferencia en los tres manifiestos es su tono y sus objetivos:
Sardio tiene un tono conciliador y su objetivo es contribuir con los cambios que creen se generarán gracias a la nueva Libertad que se despierta en el país con la caída de la dictadura.
El Techo de la ballena refleja decepción respecto a dicha esperanza, rabia, y deseo de confrontación para cambiar la realidad política del país.
Y en Tráfico hay comodidad de vivir una vida burguesa y la propuesta es menos ambiciosa: ya no se trata de cambiar al mundo, ni al país. Tráfico confronta el universo poético para transformarlo en algo diferente.
Finalmente, como dijimos, los tres grupos fueron fieles a sus manifiestos. Las obras literarias de sus miembros son un claro reflejo del espíritu plasmado en cada uno de dichos documentos. Sardio, con su espíritu conciliador, rescata la tradición literaria de Gallegos, Carpentier, Neruda, entre otros y publica textos esencialmente artísticos (críticos del pasado, pero sin comprometer con su crítica a la realidad presente ni la futura), como el de Lerner que citamos; El techo de la ballena, con su espíritu guerrillero, le da una cachetada al poder, como vimos en el texto de Ovalles (y el prólogo de González León) y la exposición de Contramaestre; y Tráfico, con su espíritu de renovación del discurso poético, tal y como se deduce en la obra de Armando Rojas Guardia.
Agradecimiento a Ángel Gustavo Infante
Excelente lectura e instructiva, gracias ________________________________
Me gustaMe gusta