Si Shakespeare y los “antiguos griegos” no imaginaron el efecto que tendrían en la humanidad de otras épocas es porque la contemporaneidad de una obra está marcada por las lecturas concretas que se le hagan en su momento. Pero estas lecturas, a pesar de que cambian con los tiempos, ya que nuevas comprensiones son añadidas, lo cierto es que sus creadores tuvieron que sentir al crearlas que sus almas quedaban allí impresas.
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