Algunos lo sostienen. Pero yo no. To Kill a Mockingbird (1960) no está sobrevalorada. Sencillamente hay que ubicarse en su contexto y entender que en aquella época tratar ciertos temas podía requerir de un tono algo didáctico. Pienso que la figura cuasi perfecta, cercana a la santidad, de Atticus Finch, podría generar cierta irritabilidad en el lector, y la percepción de un tufillo moralista, algo caricaturizado, que perfectamente puede provocar rechazo y un sentimiento de decepción ante la obra.
Los personajes, el pueblo de Maycomb, se transforman en arquetipos con los que Harper Lee desea retratar un mundo que necesita ser mejorado. El tema del racismo, los prejuicios, el mismo Sueño Americano (riqueza, pobreza, marginalidad, sentirse superior sin serlo, etc.), son colocados en un escenario luminoso, para que el lector reflexione sobre esos temas y entienda que la sociedad americana no es perfecta, que ese Sueño Americano tan representativo del American Way no es lo que parece.
Al leer la novela de Harper Lee uno siente que la autora está haciéndole una denuncia a su propio mundo, buscando una reflexión profunda sobre temas que en aquel entonces podían constituir tabúes: por ejemplo, la parcialización del sistema judicial, y la hipocresía detrás de las apariencias. Actualmente, esos temas son discutidos abiertamente, y se han transformado en una agenda política poderosa. Toda la postmodernidad y su afán deconstructivista ha colocado estos asuntos en el tapete: racismo, clasismo, machismo (Algo que Harper Lee ilustra con Scout Finch), parcialidad de la justicia (sin ir más lejos, el surgimiento de Black Lives Matter, a partir del asesinato de un negro por parte de un policía blanco).
Y al estar tan expuestos, estos temas han ido perdiendo su naturaleza de tabú, transformándose en una discusión abierta y cotidiana. Por eso, al leer To Kill a Mockingbird con ojos contemporáneos se puede llegar a la conclusión de que se trata de un libro moralista, un tanto caricaturesco, que toca temas harto trillados y por los cuales ya no se siente esa emoción de revelación o descubrimiento, que podía sentirse hace sesenta años, cuando aquellos temas aún formaban parte de las conversaciones que no podían tenerse públicamente.
Entonces, el mejor argumento frente a las críticas que pudieran hacérsele a Lee, se fundamenta en el contexto histórico de la obra y el cómo no se puede pretender abordar el pasado con los ojos del presente.

Para comprender el justo valor de To Kill a Mockingbird, es fundamental situarse en su contexto particular, en el tipo de sociedad que se vivía en aquel momento. De esa forma, la ingenuidad y el tufillo moralista, que perciben algunos ojos modernos cuando abordan el texto, se transformarían en una expresión de valor y osadía, por parte de una escritora que se arriesgaba a ser vista con malos ojos por parte de una sociedad que en aquella época aún no se había desnudado públicamente, enseñando sus miserias e imperfecciones.