Sófocles logró en sus tragedias reivindicar a la mujer, erigiéndola como un ser humano con la misma capacidad que el hombre para tener luz y sombra. La complejidad psicológica del sexo femenino está presente de manera elocuente en Electra (410 / 418 a.C.) y Antígona (441 a. C.). Allí vemos todas las emociones en juego, así como el ejercicio intelectual de argumentar, reflexionar y sacar conclusiones: “Por primera vez aparece la mujer como representante de lo humano con idéntica dignidad al lado del hombre” (Jaeger, 1987, p. 258).
La fuerza de estos dos personajes y el universo existencial que evidencian son signos de una compleja vida interior, riquísima en matices y posibilidades.
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