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El profesor

Se doctoró a los veinte y a los veinticinco había embrujado a las mejores universidades, hechizando a estudiantes y colegas. Su primera novela sigue siendo un fenómeno de ventas y su autógrafo ya tiene valor en Christie's.

Es una ley. Créeme cuando te digo que he conocido a miles igualitas a ti. Bellezas imposibles, que juran tener al mundo en sus manos, mirando por encima del hombro a todos, despreciando a todos, sintiéndose superiores a todos. Se creen únicas. Tú, exactamente como tú. Pero chama, esa belleza que tienen es la peor droga, ni la cocaína. Te endiosa para volverte su esclava. Tú pensabas que conmigo habías llegado a donde tenías que llegar; yo era el trofeo, el gran premio a tu superioridad…

Reconocido genio de las letras, con su verbo dispara balas de hermosura y misterio, transformando la página en blanco en un jardín exótico de flores inéditas, únicas, con efluvios que hipnotizan y producen trances inolvidables.

 Se doctoró a los veinte y a los veinticinco había embrujado a las mejores universidades, hechizando a estudiantes y colegas. Su primera novela sigue siendo un fenómeno de ventas y su autógrafo ya tiene valor en Christie’s.

 Y allí está Kingstone, frente a su audiencia, entarimado, como un dios griego, listo como siempre para hacer de la rutina un acto mágico, su alquimia; Kingstone es un alquimista: Imparte clase, enciende debates – son hot – y responde las preguntas con pasión.

A la hora y media… se retira… a su otro universo, su secreto.  

Sólo entran las estudiantes más bellas y mejor será que estén dispuestas a cumplir fantasías… las fantasías.

De todos los colores y formas, desfilan desnudas con sus tacones puntiagudos y lingerie de sedas orientales, ansiosas por saciar el hambre de ese amo insaciable.

Los tabúes no existen, aquí se desprecian la moral y las buenas costumbres.



Kingstone se las coge; Kingston las mata. Y este es su otro talento.

Pero el profesor no las asesina con sus manos… para eso tiene el cerebro.

Las Seduce… gatean… las empuja contra la pared… las penetra por delante y por detrás; no respeta agujeros, no tiene piedad con las bocas; derrite ojos con el poder de su dote y los gritos se confunden entre el dolor y el placer. Entran como señoritas y salen zorras de burdel. Niñas de hogares fí fí ahora son leonas rugiendo. Los caprichos de este vampiro humano ruborizarían al marqués de Sade.

Las heridas son incurables. Cualquier esperanza de felicidad se reduce al vago recuerdo de un ayer que no volverá. Comparar el presente con el porvenir es tenebroso, da miedo.


Porque agotados sus misterios, el profesor se aburre y entonces llega la maldad.

— Márchate!

— ¿Nos vemos mañana?

— No, ni mañana ni nunca.

— ¿Por qué Edward?

— Porque me aburres, ¿no te das cuenta?

— Pero si ayer la pasamos tan bien.

— Lárgate te dije, vete ya.

— ¿Pero no quieres verme más?

—  ¿Eres estúpida? Ya te lo dije. No más. Fue divino, pero ya no. Tampoco quiero verte en mi clase. Cámbiate de universidad, de carrera, de sexo… solo desaparece. Y mira, si no lo haces provocaré que te expulsen… ¿me entendiste? ¿Captas lo que te digo?

— ¿Por qué eres tan cruel conmigo, acaso estás loco? Pero esto no se queda así Edward. Yo te expondré… te arruinaré, ya lo verás, te arrepentirás. Ni tú ni nadie me hace esto a mí.

— Mira carajita boba, si abres esa boquita tuya un anónimo muy maluco publicará tus fotos en Instagram.  ¿Quiéres que tus padres, que tus amigos, que tus futuros jefes conozcan a la perrita desesperada que en realidad eres?

— Pero ¿por qué me haces esto? ¿Qué hice? ¿Acaso no te complací en todo lo que me pediste?

— No me hiciste nada, solo corroboré por enésima vez que mi teoría es cierta.

— ¿Qué dices?

— Es una ley. Créeme cuando te digo que he conocido a miles igualitas a ti. Bellezas imposibles, que juran tener al mundo en sus manos, mirando por encima del hombro a todos, despreciando a todos, sintiéndose superiores a todos. Se creen únicas. Tú, exactamente como tú. Pero chama, esa belleza que tienen es la peor droga, ni la cocaína. Te endiosa para volverte su esclava. Tú pensabas que conmigo habías llegado a donde tenías que llegar; yo era el trofeo, el gran premio a tu superioridad.

Y cada vez que te lo metía gritabas sabroso, como una loca… el gran Kingstone te miró, te tomó en cuenta; te hizo su favorita. Estabas dispuesta a hacer lo que fuera, lo que te pedí lo superaste. Fuiste perfecta, pero ¿sabes? Tú no eres lo que piensas que eres. Lo que tú eres no se diferencia en nada de eso que tanto desprecias; de lo que ves todos los días en la calle. Tú eres una mujerzuela como todas las demás, deliciosa sí, pero apenas una putica, solamente eres eso; una puta.

— ¿A dónde quieres llegar con tu crueldad?

— Sigue tu camino perrita, que yo seguiré el mío… guá guauu!

 Kingstone es alquimista; sí, eso es; el profesor es un mago. La chica antes era de carne y hueso, pero ahora se volvió de hielo y se marchó.

Mañana amanecerá con fiebre y mezclará el Xanax con las otras pepas. Anunciará que tiene una crisis vocacional y que probablemente se dedicará a otra cosa, pero antes viajará a China para meditar; caminará por la Gran Muralla.

Y al tiempo que esa niña, su esclava – se enrolla más y más – el flamante Kingstone hace su entrada en el aula.  Las chispas de la adoración devota brotan de cada rostro soñador, ansiosos de alcanzar como él la gloria literaria.  El profesor lo siente en las entrañas, sí, él es la musa, la llave, la esperanza del brillante futuro que les aguarda.

 — Miranda…

— ¿Sí profe?

— ¿Podría verte después de clases?

— ¿Dónde?… ¿en su despacho?

– Sí, pásate a las seis.

— Allí estaré profesor.

La muchacha de diecinueve años invertirá una eternidad frente al espejo, gozándose a sí misma: caderas, la turgencia de sus pechos – naturales no operados – esas curvas endemoniadas y sus nalgas, tan ricas que provoca comérselas.  Repasará aquel capítulo de Flaubert y las rimas de Verlaine.

Dentro de un rato le tocará la puerta a su profe y todavía no se lo cree. ¿Por qué ella entre tantas? Claro! Nadie es tan inteligente y sagaz. Ninguna de esas idiotas saca sus notas ni igualan su glamour. Por eso la escogió. Por eso me invitó a mí — pensaba Miranda, dándole los últimos toques a su melena castaña y rociándose las tetas con el perfume que compró hace un mes, en París —.














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17 comentarios

  1. Magistral J. C, tienes un gran don, penetrar en la mente humana, tu poderosa introspección desglosa los laberintos, donde yacen los monstruos que persiguen a solitarios empleados cargados de frustraciones, hasta llegar a los terribles entes que habitan en las mentes de asesinos intelectuales, que asesinan a su victima sin siquiera tocarla.
    Llegar esos recónditos espacios, no les es dado a muchos.
    Muchas gracias por tu genuinidad y lucidez.
    Mi admiración siempre para ti.

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  2. Me encantó la lectura de El profesor, estupendo, muy merecido su chocolate, fascinante meterse en la mente del ser humano y ver todas sus facetas, la diferencia entre lo que somos y lo que mostramos, gracias, saludos desde Barbados

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    1. Me alegro que lo disfrutaras Lidys. E infinitas gracias por tu apoyo al mantenimiento de este medio. Ese apoyo estimula. Un abrazo.

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  3. Entendí que ella es una p… y que él es un p… Sí, esas p… significan mucho. Me causó preocupación el profesor Kingstone; las latinas ante semejante desprecio suelen convertirse en diosas de la venganza, es de esperar que la mente de esa p… bella planeará alguna con la debida logística y abrumadora toxicidad. Ahora bien, regresándonos a la realidad; un extracto de ese escrito en Twitter ocasionó movimiento en la red con los comentarios de sapiosexuales, personas escandalizadas en víspera de domingo de Ramos, hasta planeaban hacer rezos de rosarios (estos fueron muy graciosos), defensores de la naturaleza erótica, seguidores eruditos de filosofía, economía, política, neófitos, curiosos, también aquellos que apreciaron a nivel literario. No faltó quien asegurara que habían clonado la cuenta del autor. (Bitácora: día tal del aislamiento social, me escapé del letargo. Lo que escribí no es totalmente cierto, ni serio, ni con sentido lógico, aunque quisiera. Sonrío… sigo navegando). Saludos y gracias, Dr.

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  4. Cuando el amor ya no es amor sino un culto a la persona, te envaneces tanto, que envileces todo, cuando le das más valor a tus perfectas y firmes proporciones que a los pensamientos que reafirmen tu ser interior, el espejo se convirtió en tu ser, paradójicamente como en el cuento de Blanca Nieves, nada mas importa, solo tu y las cosas que junto a ti te hagan sentir más bella o bello, por eso eres presa fácil, porque deseas algo que sabes que podría darte mas poder, mas belleza y por ello pagas el precio, un alto precio, el despojo de tu alma y terminas con un cuerpo arruinado y marchito y en tu cabeza solo un gran vacío, como un coco seco.

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