Los cuernos y el sofá

Venezuela no protesta por carencias que se evidencian en todos los ámbitos. Obvio que la falta de papel higiénico, comida, destrucción de la moneda, desempleo, presos políticos, exilio y lo demás constituyen una tragedia de proporciones titánicas, pero es necio detenerse en cada una de ellas, como si en sí mismas fueran el problema y no su consecuencia.

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Abordar estos elementos en forma aislada, equivale a la venta del sofá que hace el marido cornudo en la ilusión que, haciéndolo, resolverá los cascos ligeros de su esposa, descubierta engolosinándose con el profesor de matemáticas de Pedrito.

Abordar estos elementos en forma aislada, equivale a la venta del sofá que hace el marido cornudo en la ilusión que, haciéndolo, resolverá los cascos ligeros de su esposa, descubierta engolosinándose con el profesor de matemáticas de Pedrito
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Cada vez que sale un político a rasgarse las vestiduras por «el amor a su pueblo», que supuestamente demuestra denunciando las carencias materiales existentes, me recuerdo de lo que hace años le escuché a Tony Robbins:

Un hombre escucha los gritos desesperados de una mujer que se ahoga en el río; y se lanza a nadar como loco para salvarla. Cuando le asegura la vida en la orilla, escucha un nuevo grito y repite la operación con el segundo sujeto que se ahoga.

Un hombre escucha los gritos desesperados de una mujer que se ahoga en el río; y se lanza a nadar como loco para salvarla. Cuando le asegura la vida en la orilla, escucha un nuevo grito y repite la operación con el segundo sujeto que se ahoga.
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Y así vuelve hacerlo como diez veces más, hasta que los brazos y las piernas se le paralizan y es él quien muere ahogado. Y se pregunta Tony Robbins: ¿No hubiera sido más sencillo capturar al infeliz que empujaba a esas personas al agua?

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La tiranía cubana, a través de su agencia operativa encabezada por Maduro, es el cáncer que tiene veinte años devorándose los valores humanos y la esencia de Venezuela. Las protestas de la gente no son para solamente aplacar los dolores de hueso ni las jaquecas que produce el tumor.

Necesitamos extirpar la pelota cancerígena y curarnos del mal, antes que siga matándonos. Quizás, la cura comenzará al darnos cuenta quiénes son nuestros genuinos aliados y cuáles son las diversas formas a las que recurre el régimen para disfrazarse y engañar.

Necesitamos extirpar la pelota cancerígena y curarnos del mal, antes que siga matándonos. Quizás, la cura comenzará al darnos cuenta quiénes son nuestros genuinos aliados y cuáles son las diversas formas a las que recurre el régimen para disfrazarse y engañar.
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El engaño, la mentira y la traición son los tres pilares de nuestra desgracia nacional. Maduro y su camarilla de gánsters son solo su rostro más visible. Pero lo más peligroso opera en la sombra y sale a la luz con un disfraz de vivos colores para confundir y seguir engañando.

¿Quiénes son estos lobos disfrazados de abuelita?

El engaño, la mentira y la traición son los tres pilares de nuestra desgracia nacional. Maduro y su camarilla de gánsters son solo su rostro más visible.
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Son los que negocian bonos de PDVSA y de la República, ganándose comisiones multimillonarias.
Son los que se asocian con los bolichicos y gorrines, para intentar golpes y cambiar a unos títeres por otros, conservando intacto al sistema putrefacto.
Son esos que conversan y se abrazan con los criminales, llamándoles «chavismo democrático».
Son los devoradores del erario nacional y sus asociados, que con cada elección activan todo un universo de pago de favores, prebendas y guisos.
Son los pico de oro, que vociferan las bondades del diálogo y las «salidas pacíficas».

Estos estafadores tienen veinte años estafando y saliendo airosos.