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Sartre y Camus: Ser y Angustia

La Náusea (1938) y El Extranjero (1942) son novelas construidas sobre estas dos nociones: «La responsabilidad del ser» y «La angustia».



El movimiento existencialista ateo, de cuyas figuras más relevantes destacan estos dos personajes (Jean Paul Sartre y Albert Camus), tiene su centro en el hombre aislado de cualquier consuelo metafísico. Se trata del hombre enfrentado a su propia consciencia y solo ante el mundo, necesitado de ubicarse a partir de sus propias consideraciones subjetivas.

El movimiento existencialista ateo, de cuyas figuras más relevantes destacan estos dos personajes, tiene su centro en el hombre aislado de cualquier consuelo metafísico.



Ya no se tiene el consuelo de un más allá, o el cumplimiento de un código moral impartido por la sociedad y que, al acatarse, la vida cobra su sentido y puede vivirse plenamente. Aquí no. Para Sartre y Camus, y así lo manifiestan en estas dos novelas, el hombre no tiene la posibilidad de lograr ningún consuelo en las cosas externas del mundo (Como veremos, Sartre parece encontrar algo de consuelo en el arte). De hecho, estas cosas mundanas se vuelven particularmente absurdas, rodeadas de un nihilismo al cual no se le encuentra salida.

Para Sartre y Camus, y así lo manifiestan en estas dos novelas, el hombre no tiene la posibilidad de lograr ningún consuelo en las cosas externas del mundo.




Para Sartre y Camus, el hombre es un todo en sí mismo y su único rol en la vida es asumir el peso de su propia existencia, entendiéndose solo ante el mundo y sus circunstancias. Esta realidad le otorga su libertad, pero también una inmensa responsabilidad individual, en el sentido que al ser amo y señor de su vida, esto acarrea la responsabilidad de vivir buscándole sentido al absurdo, y todo parece serlo, todo es absurdo.

Para Sartre y Camus, el hombre es un todo en sí mismo y su único rol en la vida es asumir el peso de su propia existencia, entendiéndose solo ante el mundo y sus circunstancias.

Antoine Roquentin y el señor Meursault, personajes principales de La Náusea y de El Extranjero respectivamente, no hallan respuesta en el mundo exterior. La angustia surge precisamente por el entendimiento de esta soledad frente al mundo y el peso de la responsabilidad individual ante la nada.  

La náusea es la sensación de entender que nada tiene más sentido que aquel que le otorga el propio individuo; La vida tiene un sentido si uno quiere dárselo (…) Todo lo que existe nace sin razón, se prolonga por debilidad y muere por casualidad.

La náusea es la sensación de entender que nada tiene más sentido que aquel que le otorga el propio individuo.



La moral, las costumbres, las mismas emociones como el amor, el odio, la tristeza, la alegría son constructos ilusorios que no tienen un asidero concreto en la vida. No son más que ilusiones, sentimientos sin sentido trascendental, y la melancolía nace ante este absurdo, que se percibe frente a las realidades de la existencia. 

La moral, las costumbres, las mismas emociones como el amor, el odio, la tristeza, la alegría son constructos ilusorios que no tienen un asidero concreto en la vida.



Roquentin inicialmente escribiría un libro de historia, pero entiende que no tiene caso repetir algo hueco, que en sí mismo carece de sentido. La «historia» no es más que un compendio de realidades subjetivas, inventadas por los hombres, pero carentes de un significado real. En consecuencia, ¿para qué “llover sobre mojado?” Es extraño que todo me dé lo mismo; me espanta.



Por eso Roquentin opta por escribir una novela, ya que solo a partir del Arte el hombre quizás pueda trascenderse a sí mismo y encontrar algún solaz a su vida: Otra clase de libro. No sé muy bien cuál, pero habría que adivinar, detrás de las palabras impresas, detrás de las páginas, algo que no existiera, que estuviera por encima de la existencia. Por ejemplo, una historia que no pueda suceder, una aventura. Tendría que ser bella y dura como el acero, y que avergonzara a la gente de su existencia. Dice en otro de los pasajes de la obra: La existencia no es algo que se deje pensar de lejos: es preciso que nos invada bruscamente, que pese sobre nuestro corazón tanto como una gran bestia inmóvil. Si no, no hay absolutamente nada (…) ¿Me despertaré dentro de algunos meses, dentro de algunos años, roto, decepcionado, en medio de nuevas ruinas? Quisiera ver claro en mí antes de que sea demasiado tarde.   

Por eso Roquentin opta por escribir una novela, ya que solo a partir del Arte el hombre quizás pueda trascenderse a sí mismo y encontrar algún solaz a su vida.



Es el Arte entonces lo que quizás dé algún sentido, y reduzca la angustia de una existencia nula, un sentido a partir de su propia creación, que subsista tras su muerte física. Roquentin, al igual que Nietzsche en El Nacimiento de la Tragedia, entiende que, si acaso el hombre puede encontrar algún sentido, si acaso existe una trascendencia, ésta no se logra a partir de la creencia en un Dios o en una vida después de la muerte. Solo el individuo puede encontrar la respuesta dentro de sí mismo, y ésta parece dársela el Arte.

Es el Arte entonces lo que quizás dé algún sentido, y reduzca la angustia de una existencia nula, un sentido a partir de su propia creación, que subsista tras su muerte física.



Por su parte, vemos en el personaje de “El autodidacta” un reflejo de la futilidad y el absurdo de todo. Busca cultura por la cultura misma, entonces no lee por algún interés particular, solo por llenar el requisito de ser culto. Por ello su elección de libros se limita a seguir el orden alfabético de la biblioteca, sin más sentido que una repetición autómata de un deseo importado de la sociedad: “ser culto”. Pero el absurdo llega a su cenit por la misma carnavalización del personaje. Es un pederasta, su impulso vital es tocar el cuerpo de un menor de edad. Al hacerlo, es expulsado de la biblioteca y sus planes de ser culto quedan abortados, frente al encuentro con su propio ser, con la esencia absurda de su existencia.

Pero el absurdo llega a su cenit por la misma carnavalización del personaje. Es un pederasta, su impulso vital es tocar el cuerpo de un menor de edad.

En El Extranjero, el señor Meursaultse se siente ajeno a todo lo que le rodea, un verdadero extranjero en el mundo que le tocó vivir. No siente afecto por nada, ni por su propia madre:  Nada, nada tenía importancia. ¡Qué me importaba la muerte de los otros, el amor de una madre! ¡Qué me importaban su Dios, las vidas que uno elige, los destinos que uno escoge! La metáfora se corona con el encierro en la cárcel por el asesinato de un hombre que para él no tiene relevancia alguna.

el señor Meursaultse se siente ajeno a todo lo que le rodea, un verdadero extranjero en el mundo que le tocó vivir. No siente afecto por nada, ni por su propia madre.




El señor Meursault está preso dentro de su propio vacío, dentro de la nada de una existencia que no halla sentido en ninguna parte, ni siquiera en el Arte, como el caso de Sartre en la Náusea. Aquí, el señor Meursault está solo frente a todo. Se burla del cura que pretende darle la salvación de un alma que para él es una patraña. Hubiese querido tratar de explicarle cordialmente, casi con cariño, que nunca había podido sentir verdadero pesar por cosa alguna (…) Pero todo el mundo sabe que la vida no vale la pena ser vivida (…) Sé que todas estas piedras sudan dolor. Nunca las he mirado sin angustia (…) No había visto surgir nada de este sudor de piedra (…) Ninguna de sus certezas valía lo que un cabello de mujer (…) Me abría por primera vez a la tierna indiferencia del mundo.

El señor Meursault está preso dentro de su propio vacío, dentro de la nada de una existencia que no halla sentido en ninguna parte, ni siquiera en el Arte.





La responsabilidad individual es lo único que es cierto en los personajes de Sartre y Camus, solo la responsabilidad de la propia vida y su consciencia frente al absurdo de la existencia. Nada tiene sentido. Y de allí surge el abismo, la angustia de saberse solo y sin respuestas válidas ni consuelos metafísicos.

Nada tiene sentido. Y de allí surge el abismo, la angustia de saberse solo y sin respuestas válidas ni consuelos metafísicos.

En La Náusea, Sartre, como dijimos, parece encontrar un sentido en la obra de Arte y su posible trascendencia luego de la muerte de su creador. No hay vida después de la muerte. No hay cielo ni esperanza metafísica, solo la creación del hombre, su arte, puede sobrevivirlo, y quizás allí encuentre algún consuelo.




Camus es más pesimista que Sartre (En «El Extranjero», ya que en «El mito de Sísifo» asume una posición menos nihilista, al encontrarle a la resignación frente al absurdo una suerte de heroismo existencial que le da valor a la vida). Para él, el hombre es también un extranjero en el mundo. Nada, ninguna emoción es suficiente, de hecho, no tienen mayor sentido las emociones, ni siquiera el amor, el odio, el crimen, nada tiene peso significativo en la existencia de los hombres. Pero este extranjero de Camus, a diferencia del hombre de Sartre, no le ve sentido a nada, ni siquiera al Arte. Al final, la vida para Camus es una cárcel, una prisión sin posibilidad de escape.

Camus, a diferencia del hombre de Sartre, no le ve sentido a nada, ni siquiera al Arte. Al final, la vida para Camus es una cárcel, una prisión sin posibilidad de escape.



Nota del autor: Con especial agradecimiento a Alma Clara Añez Uzcátegui



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